¿Te consideras workaholic? Difícil pregunta, ¿No crees?
La mayoría responde sin pensar con un “No” rotundo. Sin embargo, las estadísticas señalan que aproximadamente 10 millones de personas en Estados Unidos trabaja más de 60 horas a la semana y aún peor: el 34% de la fuerza trabajadora no toma vacaciones.
Es evidente que vivimos en una sociedad que premia el trabajo duro y que ante la presión del consumo muchos terminamos encerrados en un círculo vicioso, que nos obliga a ganar más para gastar más. Muchas familias tienen cosas materiales de sobra, y aun así nada parece suficiente, cuando los proveedores del hogar carecen de calidad de vida y los hijos de la atención de sus padres.
Esta época de cierre del año es una oportunidad excelente para reflexionar acerca del equilibrio que tienes en tu día a día. ¿Es el trabajo siempre lo primero? ¿Qué hay de tu familia? Y sobre todo ¿Qué hay de ti?
No se trata de que salgas corriendo a poner tu renuncia y te retires a El Caribe con una piña colada en tus manos. Aunque suene ideal, sabemos que esa es una situación insostenible, ya que todos tenemos responsabilidades que cumplir. Se trata de que te hagas un verdadero propósito de organizar tu tiempo, de manera tal, que ningún área de tu vida se vea afectada o desatendida por ocuparte demasiado de otra.
El tiempo que no pasas con tus niños es tiempo irrecuperable. Los chicos crecen muy rápido y en un abrir y cerrar de ojos los estarás ayudando a decorar el dorm de la universidad. La atención que no le brindas a tu pareja puede ir desgastando la relación y a veces es muy tarde para recuperar los daños. Los descuidos que tienes contigo mismo, con tu salud mental y física, tarde o temprano pasan factura. En fin, encontrar un balance adecuado entre lo laboral y lo personal no es un invento de una nueva corriente new age, ni una tontería de revistas superficiales; es una cuestión de necesidad.
Evalúa cuánto de tu tiempo profesional es realmente productivo y cuánto es solo tiempo llenado con la sensación de que estas trabajando, sin realmente producir nada extraordinario. Ponte horarios y cúmplelos, busca formas de trabajar menos pero más eficientemente, aprende a delegar, toma tu break para el almuerzo lejos de tu escritorio, deja la computadora del trabajo en la oficina durante los fines de semana…son pequeños pasos que sumados te harán ver cambios.
La vida es corta como dicen y ojalá cuando mires atrás puedas ver que la tuya la llenaste con mucho más que horas y horas trabajando para la satisfacción de otros y no la de los tuyos o la de ti mismo. Tómate este proyecto tan seriamente como cualquier tarea de tu empresa. A la larga es lo único que hará que te ganes el gran bono; el de la felicidad.
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